Por qué viajar en bicicleta
- Publicado por Snail Touring
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Admitámoslo. Somos unos bichos raros. Aunque cada vez hay más gente viajando en bicicleta, cuando en una conversación sale el tema, la mayoría de las opiniones son sobre si no hay más opciones para hacer turismo. Un ejemplo de frase que alguna vez hemos oído todos: “Eres la única persona que me ha contado sus vacaciones y no me dan envidia”. Si además en la mesa se saca el tema de los cicloturistas que llevan años dando vueltas por el mundo, a escondidas casi podrás ver cómo las otras personas están marcando el teléfono del psiquiátrico para que te recojan inmediatamente. Por eso hemos hecho una lista de los motivos por los que nos gusta viajar en bicicleta. Por un lado, para reafirmarnos en ello. Por otro, para que, si algún no cicloturista lo lee, se anime a acompañarnos o tenga por escrito las razones por las que estamos cómo una verdadera cabra.
- Contacto con la naturaleza.
Imprescindible. El aire fresco, los colores, el silencio del monte…Cualquier persona que viaje en bicicleta tiene que amar estar rodeado de naturaleza casi constantemente. Comes en ella, duermes en ella, viajas a través de ella…Si eres un urbanita convencido que odia salir de la ciudad no lo entenderás.
- La preparación del viaje.
Todo tipo de viaje necesita una preparación y disfrutar de la misma. En el caso del cicloturismo puedes pasarte meses mirando rutas aun sabiendo que es imposible recorrerlas todas. Es lo que podríamos llamar “cicloviajes mentales”: preparas 50 rutas en 50 lugares diferentes del planeta cuando sabes que con suerte podrás hacer 2 o 3. También haces mil listas, que derivan en otras mil, añadiendo y quitando cosas. Total, para luego, una vez encima de la bici, darte cuenta de que has fallado en la mitad. Pero, ¡ay amigos!, es una gozada estar mirando mapas y visualizarte dando pedaladas por esos lugares con tus magníficas alforjas cargadas.
- El deporte.
Los beneficios en el cuerpo que tiene rodar en bicicleta casi todos los días son incontables (a excepción del dolor de culo del principio). No se trata de tomarse cada día como una competición. Se coge un ritmo cómodo, de paseo, subiendo los puertos lo más lento y apacible posible y dejando caer la bici al mínimo desnivel que encontremos. Poco a poco tendrás un cuerpo de hierro y psicológicamente estarás a tope. Además, salvo muy raras excepciones, dormirás como un rey estés donde estés. ¿Qué más quieres.
- Libertad de movimientos y tiempo para conocer las cosas.
Como todas las modalidades, viajar en bicicleta tiene sus ventajas y sus desventajas. Por un lado, es cierto que en comparación con el coche puedes ver menos cosas en el mismo periodo de tiempo. Pero en el cicloturismo lo importante es cómo y por dónde, no cuántos kilómetros ni en cuánto tiempo. Disfrutas del trayecto del punto A al punto B mil veces más. Muchas veces te paras en sitios en los que un coche sencillamente no puede. Puedes meterte por caminos y observar detalles que de otra forma serían inaccesibles. Algo parecido pasa si vas de mochilero. En las ciudades la bicicleta puede suponer un hándicap al no ser tan fácil dejarla en cualquier sitio, pero a cambio no estás limitado a los lugares a los que llegue el transporte público.
- Conocer a nuevas personas y formas de vivir.
El hecho de moverte de un modo poco convencional hace que se cree un vínculo diferente con la gente que te encuentras en el camino. Raro es el cicloturista que al encontrarse con otro no comparta sus experiencias, sus consejos, sus ideas…hasta puede que se convierta en tu compañero durante una parte del camino o hasta el final. También hay mucha gente que te pregunta, que siente curiosidad por saber qué estás haciendo, de dónde vienes, adónde vas…Hasta si te descuidas te acaban invitando a comer o incluso a dormir en su casa, lo que te permite conocer de otra forma a la gente de los lugares por los que vas pasando y llevarte experiencias inolvidables.
Estás razones y muchas más hacen que tengamos esta pasión por esta forma de viajar y de conocer mundo. Sí, no nos van las comodidades habituales. Pero por los motivos que sea somos felices haciéndolo. Y cuando alguien nos diga que estamos locos (que no es del todo falso), sólo tendremos que recordar la sensación que nos provoca esa carretera solitaria con un paisaje impresionante, dormir en la tienda de campaña bajo las estrellas o tener una conversación con alguien que acabas de conocer cómo si fuerais amigos de toda la vida.
Y tú, ¿qué razones tienes para amar esta bendita locura?